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Gritó a gran voz:

«¡Ha caído! ¡Ha caído la gran Babilonia!
    Se ha convertido en morada de demonios
y en guarida de todo espíritu maligno,
    en nido de toda ave impura y detestable.
Porque todas las naciones han bebido
    el excitante vino de su adulterio;
los reyes de la tierra cometieron adulterio con ella,
    y los comerciantes de la tierra se enriquecieron
    a costa de lo que ella despilfarraba en sus lujos».

Luego oí otra voz del cielo que decía:

«Salid de ella, pueblo mío,
    para que no seáis cómplices de sus pecados,
    ni os alcance ninguna de sus plagas;

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